La música, fiel custodia de mis vivencias y sentimientos.


 La música siempre ha sido un elemento importante en la evolución de mi ser. Guardo gratos recuerdos de cosas que viví en mi niñez, gracias a esas canciones que escuché en aquellas reuniones sociales, a las que asistía con mi familia y en las que participaba gente cercana y querida. Esa música era mayormente instrumental, interpretada por orquestas y que escuchábamos, gracias a los tocadiscos que existían para la época. Recuerdo el impacto emocional que me causaba, escuchar esos temas tan llamativos y que exaltaban mi imaginación y yo, tratando de adivinar qué instrumentos eran esos que producían sonidos tan bellos y que me transportaban a ese mágico mundo, creado en mi mente.


Algo similar me ocurría cuando escuchaba la radio por las mañanas. Además de oír nuestra música tradicional, a través de las emisoras de Lara y otros estados, también entraba con facilidad la potente señal de algunas emisoras colombianas. Yo me deleitaba escuchando los pasillos y bambucos, en los que prevalecía el órgano como instrumento melódico; pienso que, por ese motivo entre otros, he sentido permanente predilección por la música típica andina del hermano país. 

Cada vez que en mi barrio se tocaba música en vivo en la casa de algún vecino, no faltaba mi presencia, aunque fuera desde la ventana, para apreciar las melodías y canciones de la época, que interpretaba algún grupo local en aquellas reuniones familiares. Me fascinaba detallar el ambiente festivo que creaban los músicos y los asistentes, y que disfrutaban de una sana manera. 

A través del tiempo, fui aprendiendo a tocar el cuatro venezolano, la guitarra popular y el arpa criolla. Esto me permitió llegar a formar parte de los conjuntos musicales del lugar donde yo residía y de las escuelas donde estudiaba. Tuve también la oportunidad de fundar y/o dirigir agrupaciones, que me permitieron avanzar y asumir la música, como parte de mi proyecto de vida. Allá en mi adolescencia, cedí al impulso de componer algunas canciones y, desde entonces, he seguido tocando, creando música y elaborando arreglos orquestales. Con orgullo puedo decir que mis creaciones ya traspasaron las fronteras de mi país, cuyas versiones han satisfecho al público que siente, solicita y aprecia la música tradicional venezolana. 

Hoy, sigo investigando, descubriendo y planteándome nuevos proyectos, dentro de la música popular venezolana. Por lo general, trabajo en la realización de música para formatos orquestales tradicionales, como también no tradicionales. Disfruto haciendo arreglos para instrumentos solos, como clarinete, flauta trasversa, arpa criolla, arpa de pedal, piano y el cuatro venezolano. Igualmente me agrada arreglar para grupos de cámara y para el canto coral. 

La música le ha dado sentido y valor a mi existencia. En ciertos momentos, ella me ha servido como una tabla de salvación y me ha ayudado a abrir puertas muy importantes. Esa aptitud que Dios me ha concedido, es y seguirá siendo mi pasión y ese custodio enlace, entre mis memorias, mis sentimientos y mi vida. 

Pablo R. Camacaro

Trujillo, 31.01.2021







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