La dama que aparece en el video, tras la ventana y oyendo la "serenata", era la maestra de cuarto, quinto y sexto grado y también la enfermera del pueblo. Nosotros nos alojamos en la casa cural, que por cierto, el cura la ocupaba e iba a dar la misa algo así como una vez al mes, proveniente de otro lugar. Para entonces, no había carretera para llegar allí. Nos llamó mucho la atención el hecho de que no habían casi pobladores en un rango aproximado de edad, entre quince y treinta años. Esto, debido quizás a que cuando terminaban el sexto grado, se iban a Mérida a seguir sus estudios y generalmente no regresaban a vivir a su pueblo natal. El día lunes, cuando ya nos tocó dejar Los Nevados, yo me adelanté al grupo que se tardaba en emprender el retorno. Estuve caminando solo como por espacio de unos cuarenta minutos y me dio mucho miedo. Sí, miedo porque la soledad y el silencio eran tales, que yo escuchaba otros tipos de ruidos y sonidos que me atemorizaban. De tal manera que hice un alto, al lado de un pequeño puente y esperé al resto del grupo, cuyos silbidos y voces lejanas, finalmente me calmaron. En ese viaje comprobé que el silencio total no existe.
Nosotros pudimos grabar varias escenas para la Televisora Andina de Mérida y también le dimos un concierto a los moradores del pueblo, en su la iglesia. También interactuamos con algunos de sus músicos. Tuvimos la oportunidad de disfrutar de un acto cultural que nos ofrecieron los alumnos de la escuela local. Creo que, al final, aprendimos a convivir con ellos, a través de sus atenciones, anécdotas y hospitalidad.
Gracias al grupo de montañistas que propiciaron este viaje, a la Televisora Andina de Mérida y a los habitantes del pueblo de Los Nevados, quienes fueron espléndidos anfitriones.
A través del siguiente enlace, podrán disfrutar de algunos fragmentos grabados en el pueblo de Los Nevados, durante nuestra visita en el año 1981:
https://www.youtube.com/watch?v=QNJk-wrrXyk&t=11s
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