¡Oye, me parece muy interesante!
Esta es la frase que con frecuencia me daba
como respuesta, la persona a quien le comentaba mi deseo de tener un
conversatorio sobre mis composiciones y mi vida como músico, con los
estudiantes interesados en el arte del sonido, de alguna universidad del país.
Cuando estuve trabajando en la UNY, (Cabudare,
Estado Lara) tuve la oportunidad de pertenecer a la Comisión Permanente de
Directores de Cultura de las universidades de Venezuela. Las veces que asistí a
sus reuniones, aprovechaba algún momento de descanso para plantearles a mis
colegas Directores de Cultura, la posibilidad de que yo fuese invitado por su
universidad, para tener un momento de diálogo con la generación de relevo y que
los estudiantes tuviesen así la oportunidad de conversar con mi persona,
aspectos de la música tradicional venezolana.
Bueno, como decimos en criollo, todo se
volvía pura paja y al final no se concretaba ninguna invitación. Sinceramente
pareciera que si es uno el que ofrece formalizar un aporte de esa naturaleza,
automáticamente el asunto deja de tener atractivo, convirtiéndose entonces en
algo de escasa importancia.
Y, la cosa no se queda ahí. Algunas veces me
han llamado por teléfono de alguna institución, para ofrecerme un homenaje, lo cual lo que trae solapada
es alguna intención de aprovecharse de la circunstancia, para sacarle algún
mezquino provecho al evento y no tener que pagar honorarios a personas o agrupaciones
artísticas. Tal pareciera que, personas así de miserables, no duermen, pensando
en cómo ganar indulgencias con escapulario ajeno.
Que conste que yo no ando buscando ningún
reconocimiento, pues el que con frecuencia recibo de la gente de la calle que
aprecia mi trabajo artístico, me resulta más que suficiente.
Hace como dos años, una honorable universidad
tuvo la gentileza de invitarnos a un grupo de músicos y compositores
trujillanos, con la supuesta intención de hacernos un homenaje, durante un
festival interno de la voz universitaria. Prácticamente durante todo el evento,
nos pusieron de mampara y, cuando nos llamaron al escenario para hacernos el
reconocimiento, nos dijeron públicamente que en fecha cercana nos avisarían
para hacernos la entrega de unas placas que habían mandado hacer, pero que no
estuvieron listas para el evento. Bueno, todavía estamos esperando esa llamada ¡Habrase visto mayor descaro!
Por último, a nadie le gusta comprometerse
por escrito. Cuando recibo una llamada como la que les describí, pido que, por
favor, me envíen la invitación digitalizada a mi correo personal. La mayoría de
las veces, hasta ahí llega el intento. No son capaces de oficializar tal compromiso.
Eso deja mucho que desear, tanto de la persona, como de la institución que
representa.
Mas claro no canta un gallo compadre!!! efectivamente, el deseo de servir a los demás a traves de la enseñanza y el aprendizaje de la música, cuando se ofrece de manera espontánea, es visto como un ruego de parte del oferente, y por lo tanto tratan el caso como si fuera "Un gran favor" lo que te van a hacer... No habiendo otra cosa mas ridícula y despreciable que esa manera de actuar. Pero tenemos que ser persistentes en ese noble empeño de transmitir nuestros conocimientos; pues ya llegará el dia que la ignorancia pueda ser derrotada por la inteligencia, la educación y la sabiduría... solo así podrán entender tus propósitos!!! Adelante compadre, con paciencia y tenacidad inquebrantables hasta obtener el triunfo definitivo. Alfonso Rodriguez.
ResponderEliminarGracias, compadre Alfonso. Se que tú has vivido parte de lo que yo planteo en mi artículo ¡Seguro que triunfaremos en nuestro empeño!
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